DEPENDENCIA ENERGÉTICA
Las energéticas españolas importaron en 2024 más de 2.000 millones en gas y petróleo de Rusia

A punto de cumplirse tres años de la invasión de Ucrania, los productos energéticos rusos siguen fluyendo a la Unión Europea. Y parece descartado que este tránsito vaya a cortarse en un futuro cercano porque desataría una inflación sin precedentes. Según calcula el Centro para la Investigación de la Energía y el Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés), las empresas españolas importaron el año pasado el equivalente a 2.010 millones de euros en gas ruso, según datos que ha proporcionado a infoLibre. De manera indirecta —porque es ilegal— Rusia también habría vendido productos petrolíferos por valor de hasta 1.100 millones a España.
Este equipo de investigadores de CREA, afincados en Helsinki, es la referencia global a la hora de calcular cuánto dinero transfiere occidente a las energéticas rusas, que son imprescindibles para el Kremlin a la hora de financiar la campaña bélica. Esta organización calcula que el conjunto de la Unión Europea importó productos energéticos de Rusia por valor de 26.070 millones de euros en 2024, más de 70 millones cada día.
Para elaborar esta estimación, los analistas realizan un seguimiento de los barcos petroleros y de gas natural licuado (GNL) que salen de Rusia y que acaban en Europa tras haber pasado por terceros países para complicar su seguimiento. Y para establecer su precio, que es confidencial, utilizan aproximaciones a través de datos históricos y recientes del mercado gasista y petrolero.
Petróleo prohibido
Además de financiar la guerra de Vladímir Putin, las cifras son chocantes porque la Unión Europea prohibió en diciembre de 2022 la importación de cualquier tipo de crudo proveniente de Rusia que llegase en barco. Y solo un mes después amplió el veto a los productos refinados de petróleo, como la gasolina, el gasoil o la naftalina. Aun así, siguen llegando millones de barriles cada año, saltándose la mayor línea roja que la Unión Europea ha impuesto a Rusia en estos tres años.
Isaac Levi, analista energético de CREA, explica que España y muchos otros socios de la UE compran todavía hoy productos petrolíferos "de manera legal" que proceden de Rusia. Lo hacen a través de terceros países, como Turquía o India, que refinan el crudo ruso y venden los derivados a Occidente a un precio más atractivo que el crudo estadounidense o de otros países. En 2024, "España fue el cuarto mayor comprador de la UE de productos petrolíferos procedentes de refinerías que funcionaban parcialmente con crudo ruso, comprando 1.100 millones de euros de petróleo refinado", aclara el analista.
Como subraya Levi, esa cuantía es una aproximación, puesto que el petróleo ruso desembarca en países como India y Turquía, se mezcla con combustibles y químicos de terceros, y se producen gasolinas y otros derivados que después se venden a Europa. La cuantía que paga España por esos combustibles (1.100 millones de euros en 2024) no va a parar a Rusia, sino a quien ha refinado su crudo, que evidentemente también paga a Moscú por la materia prima. "Según nuestras estimaciones, en 2024 estas refinerías utilizaron aproximadamente 3.500 millones de euros de crudo ruso para producir productos petrolíferos para la Unión Europea, lo que se traduce en 2.300 millones de dólares en ingresos fiscales para el Kremlin", concreta el experto.
Es importante destacar que, aunque las petroleras rusas son privadas, Moscú hace caja con estas ventas aplicando impuestos sobre ellas. Según calcula la Agencia Internacional de la Energía, en 2022 los ingresos fiscales y aduaneros por la venta de petróleo y gas supusieron en 2022 el 45% de los ingresos del Estado.
Y gas que continúa en máximos
Por el lado del gas, las cantidades que importan España y el resto de socios son mucho más transparentes, porque comprar GNL ruso de manera directa es legal en Europa. Lo que se ha desplomado desde el inicio de la guerra son las importaciones de gas ruso por tubería porque se han cerrado todas menos el gasoducto de Turquía, que representa ahora el 6% de la entrada total de gas en el continente. El resto, entra por el mar.
Según Cores, una corporación que depende del Ministerio de Transición Ecológica, España importó el año pasado 72.360 gigavatios de gas ruso por barco, un 0,5% menos que en 2023, el año en el que se alcanzó un récord absoluto en la llegada de metaneros. La cifra es el doble de lo que entró en 2019, lo que evidencia que los puertos españoles han disparado las descargas de gas ruso desde que comenzó la guerra. Aproximadamente el 40% de ese gas llega mediante un contrato fijo de Naturgy firmado con la compañía rusa Yamal LNG que finaliza en 2038, pero el resto procede de comerciantes desconocidos, algunos de ellos afincados en el extranjero.
Es importante aclarar que tanto el gas como las gasolinas que importa España de Rusia no los compra el Estado, sino las empresas energéticas. El gas puede ser adquirido para quemarlo dentro de España o para moverlo por tubería al resto de Europa. Lo mismo ocurre con los derivados del petróleo, que pueden ser reexportados a terceros países. La posición del Ministerio de Transición Ecológica es que el Gobierno español estaría a favor de vetar la importación de gas licuado procedente de Rusia, como ocurre con el crudo, pero solo si la decisión es unánime en la Unión Europea, y hasta ahora no lo ha sido.
Sobre la importación de petróleo y gasolinas de origen ruso, como técnicamente está prohibida en Europa, el siguiente paso es que la Comisión tome medidas drásticas para evitar el agujero legal de importarlo desde países asiáticos, pero hasta ahora parece que los funcionarios de Bruselas no han puesto suficiente empeño. Antonio García, experto en gas y petróleo de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), afirma que la Unión Europea es consciente de sobra de la situación, pero frenar el paso de estos buques no es sencillo y también contraproducente, porque encarecería el precio del crudo.
"A Europa no le interesa en absoluto cortar esta vía de importación porque da acceso a energía más barato. La Unión tiene toda la información de casi 300 barcos que transportan el crudo ruso y podrían ser decomisados cuando pasan por el Estrecho de Gibraltar, las aguas de Grecia o el Golfo de Finlandia. Pero es que lo necesitamos, de la misma manera que necesitamos el gas", afirma García.
Un artículo reciente de Politico explica que los funcionarios y diplomáticos de la Comisión están buscando maneras de incautar estos barcos cuando se conoce que transportan crudo que en el futuro acabará en Europa, pero jurídicamente es un desafío y logísticamente es complejo. Lo que están ahora discutiendo los países bálticos y la UE es la manera de esquivar los problemas legales que desencadenarían estos decomisos con Rusia, bajo el argumento de que los barcos podrían provocar desastres naturales si se hunden —son muy antiguos y no están asegurados—. Otra fórmula sería a partir de las leyes anti piratería, puesto que algunos de estos petroleros rusos también se han utilizado para cortar cables submarinos en el norte del continente.
Las flotas en la sombra inundan las aguas europeas
Esta flota de antiguos petroleros rusos ha surgido en los últimos tres años y los barcos puede verse ahora a lo largo de las aguas europeas. Según la Escuela de Economía de Kiev (KSE), Rusia opera ahora unos 435 barcos fantasma, el nombre que reciben los petroleros que no tienen ni banderas occidentales ni están asegurados por compañías europeas, estadounidenses o japonesas.
En diciembre de 2022, Europa prohibió importar petróleo ruso por barco, y paralelamente el G7 prohibió a las navieras y a las empresas aseguradoras de Occidente transportar productos petrolíferos de Rusia a terceros países si el precio del combustible superaba un tope de 60 euros por barril de crudo. El objetivo era estrangular la venta de petróleo ruso en todo el planeta, porque hasta entonces dependía en gran medida de buques y de financieras europeas para operar.
Los expertos comentan que esa medida redujo temporalmente el precio al que Moscú vendía su petróleo, pero al poco tiempo provocó que Rusia se hiciese con sus propios barcos, antiguos petroleros con banderas de Panamá, Rusia o Barbados. Estos petroleros parten ahora del Mar Negro o del Mar Báltico y atraviesan aguas europeas en dirección a la India, China y otros países asiáticos. Y una parte de este crudo, una vez transformado en combustibles, regresa después a Europa por la vía legal.
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Isaac Levi, de CREA, explica que muchos de los petroleros de la flota fantasma "son viejos y están mal mantenidos, lo que aumenta el riesgo de vertidos y accidentes", y algunos de ellos transportan más de 100.000 toneladas de crudo en su interior. De hecho, advierte que España debería prestar atención a este problema porque "muchos de estos buques pasan por el Estrecho de Gibraltar y la costa española, y tienen unos seguros muy dudosos". "En caso de fuga, es posible que sus coberturas sean insuficientes para limpiar el desastre", añade.
El analista también explica que esta flota fantasma ya transporta el 84% de todas las exportaciones de crudo y derivados de Rusia al resto del mundo, y está siendo fundamental para el Kremlin a la hora de esquivar el tope de precios del G7. Prueba de ello es que el precio del petróleo de los Urales, el más importante de Rusia, cotiza a 68 euros por barril, por encima de los 60 euros del tope occidental.
En todo caso, desde CREA reclaman endurecer aún más el tope del G7 hasta los 30 euros por barril porque aunque Rusia haya construido su propia flota alternativa, obligaría a reducir drásticamente los beneficios de una parte de sus ventas. Calculan que solo en enero de 2025, un tope de 30 dólares habría reducido los ingresos del Kremlin un 23%, o 3.080 millones de euros, de manera global.